19/07/18

Cindy's | La joven vida en batalla con el invencible estrés


     He vivido toda mi vida con este sentimiento, y digo toda mi vida porque en realidad recuerdo mi vida a partir de ayer. Tengo pedazos fragmentados de la niña que fui, como mi madre levantándome todos los días para ir a la escuela, de mi padre leyéndome un cuento antes de ir a dormir. Cada mañana de Navidad, cada cumpleaños y las personas que importaron en días especiales. De ahí en fuera, todo esta borroso.
Pero no vengo a hablar de la poca memoria con la que vivo, si no, de eso que parece cansar a mi memoria, que, después de haber comenzado a luchar en contra de él, me di cuenta que es invencible. Cada vez regresa, y cada vez mas fuerte. Al final de cada batalla, siento que cada gota de mi felicidad y chispa es drenada, llevada lejos: robada. Dejándome a la deriva de ser perceptible a emociones ajenas a mi: enojo, odio, tristeza... mucha tristeza.
Las lagrimas no son suficiente, solo son reflejos físicos a todo lo que esta en mi interior, el temible regreso a la realidad, a la presión del día a día se convierte en una pesadilla que no puedo escapar. Se vuelve tan real, que se convierte en cotidiano. Y la batalla vuelve a comenzar. 

Me encontraba abrumada por algo tan común que nunca considere como enemigo: el estrés.
Este se encontraba en la presión diaria: escuela, trabajo y la vida misma. 
Al estar en todos lados, me era difícil escapar de el, así que tenia dos opciones: acostumbrarme o luchar, aunque ambas me costaran demasiado.

Después de largas charlas con mi madre, de ver ciertos programas de tele y de pasar tiempo conmigo misma, comencé a darme cuenta que en vez de sentirme desarmada, debía encontrar una manera de equiparme con armamento. Llegue a tal conclusión, cuando mi cuerpo enfermo por primera vez. Y luego lo continuo haciendo. 

La primera vez que me "enferme", me dolía el cuerpo y caminar me parecía tarea difícil. Con la ayuda de unos relajantes musculares y una crema "milagrosa" de mí abuela estaba de vuelta al ruedo, pero después, volví a enfermar. Me dolían cosas diferentes, como la cabeza o el estomago, o se me hinchaban los pies, o la espalda (en especial la espalda). Y era muy extraño pues estaba bien fisicamente, completa y sana. Después vino la soñolencia, los cambios de humor, la constante necesidad de comerme las uñas y morderme el labio. Llegue incluso a ya no poder esta contenta ni conmigo misma. 

Fue un dia que falte a la escuela que detecte el problema, desperté sin ningún pendiente, sin "nada que hacer" y pase el tiempo ayudando a mi madre. Todo estaba perfecto. 
Por supuesto, no podía decir dejar la escuela y dedicarme a ver el tiempo pasar. Pero ese día me sirvió para darme cuenta que yo podía tomar el control y no el estrés. Comencé a trabajar en técnicas para que no me afectara tanto (y realmente aun estoy trabajando en ello), decidí respirar hondo y preguntarme ¿puedo lograr que las coas sean diferentes? Si me respuesta es SÍ, utilizo eso para motivarme; si mi respuesta es NO lo dejo pasar. Aprendi que no puedo controlar lo que pasa, ni tampoco la vida. Lo que controlo son mis acciones ante estos hechos, mis respuestas definirán lo que siguiente que suceda. Esa es mi arma y con ella lucho todos los días. El estrés siempre va estar aquí conmigo, pero es mi decisión dejar que me afecte o no. He aprendido que siempre debo dar mi máximo y si no es suficiente, ponerme a mi misma primero, nunca abusar de mi. Que no puedo controlar todo a mi alrededor, porque si lo hago me pierdo, sumergida en el "control" de todo, menos de mi propio cuerpo y mente. Que esta bien llorar, esta bien estar cansada, esta bien dejar ir y esta bien también rendirse (para levantarse después). 

Hoy me recupero de mi ultimo "achaque", así es como llamo a las batallas. Mis uñas ya comenzaron a crecer, mi cabeza esta mejor y la espalda también. Me las arregle para terminar todos los trabajos de la escuela e incluso ayude a mi madre con su trabajo.
Mi cuerpo aún combate la condenada gripe que me llego a acompañar. Y si bien, tengo la certeza de que el estrés nunca desaparecerá, porque es parte natural de la naturaleza detallista de mi ser, aprendí que si no estoy preparada: me vence. 
Aprendí que yo voy primero, y después el resto del mundo. 

Ahora, me preparo para la siguiente batalla. 

cghg



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